Primera
noche: llego agotada a un nivel máximo. Dejo mis pertenencias en la taquilla
(las que caben, claro, que eso no es la butxaca màgica del doraemon), me
comunico con “los de allí” (sí, esos sois vosotros) y me voy a dar una ducha.
Cuando vuelvo del baño, el candado con el que he cerrado 10 minutos antes la
taquilla (y comprobado como 5 veces que funcionaba) está roto. ROTO. Un candado
roto por dentro. Cómo puede ser? Evidentemente sospeché de la chica de la cama
de debajo de la mía inmediatamente. no es que pensara que me quería robar,
pensé que se había equivocado y había intentado abrir mi taquilla y había roto
el candado por el golpe. Al ver que tenía problemas, la susodicha se ofrece a
ayudarme (vaya, o hace un buen papel o acabo de quedarme sin sospechosa). Le
pregunto a la chica de la cama de al lado, si ha visto algo, y ella me dice que
no, que nadie ha andado ahí (vaya…tenemos una compinche). Después de un rato más
de forcejeo, acepto la evidencia y me pongo a dormir (menos mal que había
sacado el pijama en un alarde de inteligencia antes del incidente candado). A
dormir es un decir, porque entre el jet lag y la idea de que iba a tener que
dejarme la mitad del dinero que llevaba en metálico en un cerrajero, esa noche
no pegué ojo.
Primera
mañana: bajo a recepción en pijama y cara de dormida a explicarles que mi
candado se ha roto. Y para mi sorpresa, en vez de mirarme con cara de “a ver…como
se va a romper un candado, timadora de poca monta?”, me dicen, ah! Vale! Que habitación?
Y coge un chico unos alicates enormes y rompe mi candado. y encima sonriendo.
Segunda
noche: el candado nuevo está funcionando estupendamente. Suerte que tenía tres.
abro y cierro el candado treinta veces durante el día y cuando llega la noche, preparo mis cosas y
me voy a dar una ducha. vuelvo de la ducha y… candado roto. Empiezo a pensar
que la de la cama de abajo no tiene nada que ver. Me resigno directamente, nada
de luchar con un trocito de hierro roto esta noche. total, ya sé que el chico
de los alicates me arreglará la papeleta.
Segunda
mañana: bajo a la recepción con la esperanza de que no me reconozcan (total, si
tienen unos alicates para romper candados, será que no soy la única a la que le
ha pasado esto, no?). -Buenos días, -buenos días. -Tú no eres la del candado?.
Lamismaquevisteycalza. En fin, que remedio? Pongo mi mejor cara de niña tonta y
les digo que se me ha vuelto a romper, pero que no sufran, que hoy mismo me
compro uno de los de contraseña. 18$ la broma. En el rato entre que el chico
rompiera el segundo candado y yo comprara el nuevo, pensé en poner el tercero
que me quedaba. antes probé a abrirlo y cerrarlo varias veces. Bingo. el metal
se rompió delante de mis ojos. Moraleja? Nada de candados de llave. los candados
de clave son el futuro.
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